Aunque suelo reseñar novelas, preferiblemente con una temática histórica, en esta ocasión me ha parecido interesante venir a hablar de un cómic que he tenido ocasión de leer recientemente.
Su protagonista no necesita presentación, pero antes de entrar a hablar del cómic en sí, me gustaría hablar un poco del mismo.
Spiderman: el superhéroe del pueblo
Hay un motivo por el que Spiderman es uno de los superhéroes más populares. Y no es por sus originales superpoderes.
La gente se identifica con él porque tiene problemas reales: problemas de chicas, problemas para pagar el alquiler, problemas con su jefe…
¿Cómo es posible? ¿Un tío con una fuerza descomunal, capaz de enfrentarse a villanos que harían temblar al más pintado, y que se ve agobiado con problemas tan mundanos? ¿Al mismo nivel que el resto de los pobres mortales?
Exacto. Al mismo nivel.
Y además de eso, resulta que tiene un traje llamativo y original, unos poderes originales, unos villanos propios muy originales (importantísimo), que encima están directamente implicados en su vida personal, y un carisma maravilloso subrayado por su personalidad mientras lucha, entre pringao y vacililla.
Pero creo que lo más importante para su popularidad es que la gente se ve a sí misma reflejada, luchando contra el mundo mientras no se le quitan de la cabeza sus propios problemas cotidianos. Cotidianos, sí, y no por ello menos abrumadores.
Es curioso cómo nunca se muestra a los superhéroes pasándolo mal con algo tan sencillo como un apretón, una enfermedad, o llegar tarde a una cita. ¿Es que Iron Man no tiene la necesidad de mear? Sí, ya sé que en una de las películas hay un gag cómico al respecto. ¿Con qué dinero paga Thor una comida? ¿Por qué las superheroínas nunca tienen el periodo? ¿Cómo es que sólo los villanos tienen alopecia?
Pues al pobre Spiderman sí le pasan esas cosas. Por ejemplo, se le pueden acabar las telarañas y tener que volver en metro a casa. O puede perder el trabajo de la universidad tras una lucha a muerte contra un supervillano. Es genial.
Lo que nos lleva al cómic de hoy: ¿cómo es que los superhéroes no envejecen?
Toda una vida
De alguna forma, todo superhéroe que se precie tiene un desarrollo, una evolución. No sólo un trasfondo que sirva como punto de partida, sino que con el tiempo va cambiado, como cambian las circunstancias a su alrededor. El famoso viaje del héroe.
Pero por motivos, creo yo, puramente comerciales, no envejecen como deberían. Si lo hiciesen, Superman pasaría de los 100 años (fue creado en 1933, y de aquélla ya era mayorcito); lo mismo que Batman (1939)… y lo mismo que Spiderman (1960).
Bueno, no, lo mismo no. Spiderman… o mejor dicho, Peter Parker, ha crecido como personaje. Empezando desde sus tiempos de universitario, hasta llegar a ser el dueño de Industrias Parker, estar casado con MJ, tener hijos, divorciarse… En fin, que el tiempo sí ha pasado por él. Sin embargo, no ha pasado en los cómics a la misma velocidad que ha pasado en la vida real. Porque si en 1960 Peter era un veinteañero, a día de hoy ya sería octogenario. De forma más o menos lógica, pensando en que el personaje siga enganchando con los potenciales compradores de cómics, los guionistas siguen encasillando a Peter en la treintena, y ya han introducido a «Spidermans» más jóvenes, como Miles Morales o Silk.
Pero, ¿y si hiciésemos un esfuerzo argumental para intentar sincronizar las diversas etapas de la vida de Peter con el paso real del tiempo?
Pues de eso va este cómic. A lo largo de seis capítulos, que se corresponden con cada década desde los 60′, vemos a Peter crecer y envejecer. Etapas de una vida enmarcadas dentro de las principales escenas de su «carrera» superheroica, en las que obviamente aparecen los principales personajes que participan en ella. Y que, por supuesto, también envejecen.
Se trata de un hermoso ejercicio argumentativo que consigue pulir el crecimiento del personaje, dándole si cabe un aspecto aún más humano, sin renunciar a una buena dosis de acción.
Me ha gustado especialmente el trato que se da al resto de personajes, que también tienen su evolución, sin perder de vista que el protagonista único es Peter Parker. Así vemos a desfilar a Miles Morales, a los hijos de Peter, a Octopus, al Capitán América y Iron Man (que tienen su particular evolución, y es muy interesante), a Kraven el cazador o a los Osborn, naturalmente también a Gwen Stacy y Mary Jane Watson, y por supuesto a tía May, que tendrá una repercusión especial, incluso hacia el final del cómic.
Y hablando del final, éste es precioso. De esos finales que te dejan buen sabor de boca. Un final inevitable, como lo es el de todos nosotros, pero bien llevado y con una última página que aporta un cierre maravilloso a la vida de Peter. Perdonad el spoiler, si es que lo consideráis como tal, porque la muerte nunca lo es.
Otra virtud de este cómic que no quiero dejar pasar es la de suponer un magnífico resumen a la vida y andanzas de Spiderman. Los fans como yo, incapaces de seguir el ritmo de las publicaciones, nos hemos perdido arcos argumentales muy importantes. Es de agradecer que el cómic pase por todos ellos, adaptándolos a la edad «real» de Peter Parker, pero sin perder un ápice de intensidad e importancia.
Por último, siendo un cómic toca hablar del apartado gráfico. Yo no soy un artista ni un gran entendido de los dibujantes de cómics, pero las ilustraciones me han encantado. Las firma Mark Bagley, tal vez los más entendidos sepan quién es; una búsqueda rápida por internet revela que no es un cualquiera, y que ha participado tanto con Marvel como con DC. En cualquier caso, a mí me ha parecido un trabajo magnífico.
Conclusión
Tal vez éste sea un cómic más apropiado para lectores más «veteranos» que para jóvenes. A veces, determinadas lecturas son más aptas para determinados momentos de nuestra vida. En mi caso, creo que este cómic ha llegado en el momento perfecto.
Muy recomendable, pero sólo para fans del lanzarredes, y más para quienes quieren leer un resumen de sus andanzas.
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