Aníbal reúne a sus hombres. Su cuadrilla tiene que lidiar con una banda de asaltantes de caminos que tiene atemorizados a los mercaderes. Son mercenarios de la última guerra, que prefieren seguir tirando de espada para seguir comiendo.
El viejo líder también es hombre curtido en la batalla, sus hombres han servido con él y respetan su liderazgo; sus padres, que debían saber algo de Historia, le pusieron ese nombre en honor al general cartaginés, y acertaron de lleno. Siempre tiene un plan. Porque le encanta tenerlo, pero sobre todo le encanta que salga bien.
No, no hablo del Equipo A. Ni tampoco de los EEUU, que a estas alturas de la película están lejos de siquiera existir.
Hablo del final de la Edad Media y del reino de Castilla. Hablo de la Santa Hermandad.

Las primeras hermandades
Ya en el siglo XI, el rey Alfonso VI de León concedió privilegios a ciertas cofradías o hermandades para que persiguiesen a malhechores en los montes de Toledo. Varios reinos cristianos utilizaron este modelo.
En cualquier caso, no dejaban de ser pequeñas fuerzas locales con permiso del señor de las tierras: estamos hablando de la Edad Media, sencillamente eran gente armada con permiso de su señor para «impartir justicia» a su juicio.
Cuando algunas de estas hermandades se unieron, buscando un mejor desempeño en sus tareas, estos organismos empezaron a tener mucha mayor relevancia.
Origen de la Santa Hermandad
No fue hasta finales del siglo XV cuando se creó la Hermandad nueva general de los reinos de Castilla y León, para asegurar el cumplimiento de la ley y perseguir la delincuencia en poblados y caminos, bajo el reinado de Enrique IV. Sin embargo, esta hermandad tuvo escaso recorrido, con el problema sucesorio tras la muerte del rey.
Cuando su hermana Isabel llegó al trono y empezó el reinado de los Reyes Católicos, se promovió la definitiva Santa Hermandad.
La idea no era sólo perseguir a los criminales, sino también componer una milicia que fuese germen de un ejército regular a nivel «nacional», o sea, con jurisdicción en toda la corona de Castilla. Los reyes necesitaban un poder militar bajo su mando directo, lo que no le gustó a la mayoría de nobles, claro. Algo revolucionario, que dejaba muy atrás la estructura feudal. Se aproximaban nuevos tiempos.
Así, la Santa Hermandad actuaría en ocho provincias: León, Zamora, Salamanca, Valladolid, Palencia, Ávila, Burgos y Segovia, con un Consejo de Hermandad compuesto por representantes de éstas. También estaban estipuladas las fuerzas: un jinete por cada cien vecinos y un soldado por cada ciento cincuenta, agrupados en cuadrillas (o sea, grupos de cuatro soldados, vamos que mi ejemplo del Equipo A no estaba tan desencaminado).
Cada alcalde y cuadrillero se encargaba de una población, con jurisdicción local hasta cinco leguas de la villa. Si los delincuentes salían de esta zona, los cuadrilleros avisaban a la siguiente villa tocando una campana, para que sus compañeros se encargasen.

Yo soy la ley
Si es que no se ha inventado nada desde hace siglos. El cuerpo de jueces que vemos en Juez Dredd no es el primer cuerpo policial que actúa de juez, jurado y verdugo. La Santa Hermandad podía condenar y ejecutar la sentencia sin tener que rendir cuentas a nadie. Si la condena era la muerte, se celebraba una especie de fusilamiento público, pero con saetas en vez de con armas de fuego.
Pero sobre todo, como dije antes, fue el germen de un ejército bajo el mando directo de la Corona. Participó en la guerra de Granada y contribuyó a unificar el reino. El reino de Castilla, al menos, ya que en Aragón no tuvo la misma trascendencia, y aunque había colaboración entre reinos en la persecución de maleantes, siguió habiendo diferencias.
Pero el coste fue excesivo: mantener una policía militarizada es caro, y más lo era en aquella época. A esto se unió su falta de eficacia (de la que hablaré a continuación) y la arbitrariedad de sus alcaldes, que con tal poder en sus manos era inevitable que muchos acabasen tan corruptos como los criminales a los que perseguían.
La Guardia Vieja de Castilla se creó precisamente como ejército permanente bajo poder real. Y poco a poco, la Santa Hermandad fue cayendo en declive, aunque no fue hasta 1834 (¡¡¡!!!) cuando se ordenó su desaparición total.

¡A buenas horas, mangas verdes!
Esta popular expresión tiene su origen en la Santa Hermandad.
Y es que el «uniforme» que llevaban (más que uniforme debía ser una especie de regla de vestimenta) era un coleto sin mangas encima de una camisa de color verde.
Aunque en sus orígenes la Santa Hermandad fue un instrumento muy eficaz, con el tiempo dejó de serlo. Tenían fama de dejar crímenes impunes, probablemente por falta de pruebas, o de llegar demasiado tarde al lugar problemático, cuando los propios aldeanos ya se habían tomado la justicia por su mano. De ahí que fueron adquiriendo esa fama de ineptitud y se popularizó la famosa frase.
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