Julio de 1747. El capitán don Pedro Mesía de la Cerda está al mando del San Ignacio de Loyola, un navío de línea español que regresa de Veracruz portando una valiosa carga: 4 millones y medio de pesos en plata, varias mercancías, y un regalo del virrey de Filipinas para Fernando VI.
El San Ignacio fue botado en La Habana hace 7 años, se trata de un majestuoso navío de 70 cañones. El capitán Mesía tampoco es un cualquiera: caballero de la Orden de Malta, lleva 30 años de servicio desde que fue guardiamarina, atesorando una amplia experiencia militar.
Ambos (capitán y barco) están a punto de protagonizar la que, probablemente, sea la mayor gesta en la historia naval, que servirá para que en el futuro se conozca al San Ignacio como El Glorioso.

Primer round. El Glorioso vs el Warwick
El Glorioso está siguiendo la ruta habitual, la misma que han seguido los galeones españoles en los últimos tres siglos para llevar a la península los tesoros de las Américas. Pero, ¡ay!, aunque España sigue siendo una potencia, está muy lejos del dominio que llegó a tener de los grandes océanos. La flota británica, en claro auge, disputa la soberanía de los mares al resto de naciones.
Así, tras pasar por las Azores, el Glorioso se encuentra con un convoy de 10 buques ingleses, con el comodoro Crookshanks al mando. El problema es que tres de ellos son navíos de guerra: el Warwick, que porta el nombre de un héroe de las leyendas de la pérfida Albion, un navío de línea de 60 cañones; el Lark, una fragata de 40 cañones; y el Beaufort, un transporte de tropas armado con 20 cañones; además del Montagu, un paquebote de 16 cañones. Una evidente ventaja numérica.
Pero el capitán Mesía no se deja amedrentar. Además, goza de la ventaja del barlovento, que le proporciona una considerable ventaja táctica.
Crookshanks ordena la persecución del Glorioso, que parece una presa fácil. Deja al Beaufort custodiando los transportes, y envía a los otros tres barcos de guerra a la caza del español.
El Montagu es el primero en situarse cerca del Glorioso, en una larga persecución que el capitán Mesía intenta prolongar todo lo posible, buscando burlar a sus perseguidores con la llegada de la noche. Mesía ordena situar cuatro cañones en popa con el objetivo de dañar y/o molestar en la medida de lo posible a su inmediato perseguidor. Comienza entonces un intercambio de fuego entre ambos que dura toda la noche. Mesía consigue que el paquebote no se acerque lo suficiente como para hacer daño, pero el intercambio de disparos hace que los otros dos perseguidores no le pierdan el rastro en la oscuridad de la noche.
El capricho de los vientos hace que, ya durante el día, los tres barcos enemigos den alcance al Glorioso. El capitán Mesía les planta cara: primero acomete al Montagu, que tiene a estribor, y le suelta algunos cañonazos, obligándole a retirarse. A continuación se enfrenta al Lark, al que le destroza el mastelero de sobremesa. El intercambio de disparos dura poco, pero es letal: el Lark también se ve forzado a retirarse.
Es la ocasión, el Glorioso tiene vía libre, y las condiciones de poca visibilidad facilitan que con un cambio de rumbo pueda escapar.
¿Escapar? Ni de coña… Mesía vira en redondo y va a por el Warwick, al que castiga con toda la banda de babor y fuego de fusilería por parte de la tripulación, para a continuación situarse en el costado y comenzar un nuevo intercambio de disparos. Son varias horas de combate sin cuartel tras el cual el Warwick recibe demasiado castigo, viéndose igualmente obligado a retirarse.
El Glorioso ha vencido en su primer combate y, ya sin oposición, continúa su misión rumbo a España.

Segundo round. El Glorioso vs el Oxford.
Llegando a Galicia, cerca de Finisterre, el Glorioso divisa tres nuevas naves enemigas. Son el navío de línea Oxford de 50 cañones, la fragata Shoreham de 24 cañones, y la balandra Falcon de 14, con el almirante John Byng al mando.
Como verdaderos cazadores, los navíos ingleses rodean al español. El Oxford, el más potente, por un costado, y los otros dos por el otro. El capitán Mesía, viendo la maniobra, se lanza directamente a por el Oxford, aprovechando el barlovento. Y nuevamente empieza un intercambio de disparos.
Mesía realiza entonces una maniobra arriesgada: pasa por sotavento del Oxford, dejando a todos los barcos enemigos a su babor, evitando así el fuego cruzado enemigo.
El combate es corto en esta ocasión, apenas 3 horas. Básicamente es un bis a bis entre el Glorioso y el Oxford, que se salda con victoria del español. El navío de línea inglés huye antes de que los daños sean notables, y sus dos escoltas se contentan con no llevarse lo suyo.
Éste ha sido un duelo más táctico que el anterior, en el que la maestría del capitán Mesía se ha impuesto sobre cualquier otro factor.
Y con esto, el Glorioso llega a puerto, descargando su preciado cargamento y cumpliendo su misión. Pero su aventura está lejos de haber terminado.
Tercer round. El Glorioso vs la Familia Real
Realizadas algunas reparaciones y ya con las bodegas vacías, el Glorioso tiene orden de volver a Cádiz. Por un absurdo tema burocrático (siempre la misma miseria, en este país) no consigue que le repongan la munición. Lo que será un grave error con el tiempo.
Al hacerse a la mar se encuentra con una escuadra de 15 navíos enemigos, por lo que vuelve a puerto (una cosa es ser valiente y otra ser suicida). Pasado el peligro, y ya con tiempo favorable, se pone de nuevo en marcha.
Unos días después se encuentra con un nuevo convoy compuesto por 10 naves, entre las que hay 6 fragatas. En Inglaterra se le conoce como la Familia Real, pues se compone del King George, Prince Frederick, Prince George, Duke, Princess Amelia y Prince Edward Tender, bajo el mando del comodoro George Walker. Hablamos de 114 cañones y más de 1000 hombres.
Cualquiera diría que el mar está completamente atestado de ingleses…
No todas las fragatas corsarias van a por el Glorioso, sólo 3 se salen de la formación. Y de las 3, la única que consigue entrar en combate (merced al carpicho de los vientos y al buen hacer del capitán Mesía) es la King George, que es, no obstante, el buque insignia del grupo.
El Glorioso sale de nuevo airoso del intercambio de disparos. Con su primera andanada derriba el mástil principal y destruye dos cañones de su enemigo, que se queda sin margen de maniobra y empieza a recibir un duro castigo por parte del español. Tan sólo la Prince Frederick logra llegar en auxilio de la fragata inglesa, sólo para recibir también lo suyo.
Antes de que lleguen más refuerzos enemigos, el Glorioso abandona el combate sin que los ingleses tengan mucha intención de impedírselo.

Cuarto round. El Glorioso vs el Darmouth
Un día después del combate con la Familia Real, un nuevo avistamiento enemigo. Tres fragatas inglesas con el navío de tres puentes Russell, de 80 cañones. Esto ya son palabras mayores. El Glorioso empieza a estar tocado después de tanto combate, y lo que es peor, empieza a escasear la munición. Además, este combate es demasiado desigual, así que el capitán Mesía ordena virar rumbo noroeste.
Perseguido por los ingleses, un nuevo navío entra en liza. Es el Darmouth, de 50 cañones, con el capitán John Hamilton a su mando.
No hay escapatoria posible, así que el capitán Mesía decide combatir con todo lo que tiene y espera a su oponente. Hay un nuevo intercambio de disparos. Tras tres horas de combate, ¡impacto en la santabárbara del Darmouth! El navío británico vuela en mil pedazos.
Pero la victoria va a salir cara: el Glorioso está tocado, su tripulación exhausta, la munición casi agotada, y los navíos que le perseguían siguen al acecho.
Quinto round. El Glorioso vs el Russell
El Russell y las fragatas perseguidoras le dan caza, y comienza un desigual combate. Sin embargo, ¡el Glorioso no se rinde! Los daños son cuantiosos, los muertos excesivos, pero el Glorioso ha demostrado con creces que es un hueso duro de roer, y se defiende como gato panza arriba.
Sin embargo, no se puede luchar contra lo inevitable. Tras varias horas de combate, a la mañana del día siguiente se agota la munición. El capitán Mesía no puede hacer más, y rinde el barco.
Al parecer, el capitán Buckle (al mando del Russell) ha estado a punto de rendirse debido a los cuantiosos daños que ha recibido del Glorioso. Victoria pírrica, que se llama.
Los ingleses se llevan su preciado trofeo, del que poco botín van a sacar, pues a esas alturas las reparaciones serán excesivamente caras.
Es 19 de octubre. En tres meses, el Glorioso se ha ganado su apodo con creces.

Balance global
Aunque es finalmente capturado, el Glorioso les ha salido muy caro a los ingleses. A la pérdida del Darmouth hay que sumar 433 muertos y más de 300 heridos, además de varios navíos gravemente dañados. Los españoles han tenido 44 muertos y menos de 200 heridos.
Crookshanks es sometido a un consejo de guerra y expulsado de la Royal Navy. Callis también es sometido a un consejo de guerra, pero absuelto y restituido con honor. John Hamilton, capitán del Darmouth, muere junto a la mayoría del resto de su tripulación; tan sólo sobreviven 18 hombres. El comodoro Walker es severamente reprendido por algunos de los propietarios de la escuadra corsaria, que sólo ven pérdidas económicas.
El capitán don Pedro Mesía de la Cerda será ascendido a teniente general de la Real Armada, y nombrado Virrey de Nueva Granada. No es para menos.
Algo hay que reconocerles a los ingleses, al menos en este contexto: pese a su flagrante uso y abuso de la leyenda negra, saben reconocer los actos de valor enemigos. Así, tratan con el debido respeto al capitán Mesía y el resto de supervivientes del Glorioso, y lo que es más inaudito, dejan constancia de la gesta realizada. En palabras del propio comodoro Walker,
Y de nuevo comenzó la persecución y la conquista de su audaz y escurridizo enemigo; porque nunca los españoles, y nadie en realidad, han luchado mejor con un barco que lo hicieron ellos.
Como suele decirse, no hay mayor alabanza que la que te hace un enemigo.
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