Es-tre-me-ce-dor.
Hace poco se ha «celebrado» el centenario del desastre de Annual. Generalmente soy yo el que cuenta las historias, es lo que me gusta. Pero es que en este caso ni por asomo voy a hacerle justicia al audio de Memorias de un tambor, que por si no lo conocéis, es uno de los dos podcast de divulgación histórica que son referentes en la podcastfera (el otro, por supuesto, es el podcast hermano Histocast).
Así que por una vez, y sin que sirva de precedente, en vez de contar el hecho histórico en sí voy a comentar este audio. Porque, como he dicho al comienzo, es sencillamente un relato estremecedor.
Pero pongámonos en contexto.

La guerra del Rif
¿Tú sabías que España estuvo en guerra en el año 1921? Técnicamente, no con Marruecos, sino con los rebeldes rifeños (el Rif es un territorio marroquí situado entre Ceuta y Melilla, para que nos hagamos una idea) que se sublevaron contra el protectorado español en esos años.
Yo no lo sabía. Una muesca más en el sistema educativo que me tocó «disfrutar», y que me consta que, pese a todo, fue bastante mejor que el actual en muchos sentidos. No recuerdo si llegué a estudiarlo en algún momento, pero desde luego si lo hice seguro que no pasó de un par de párrafos lamentables y absolutamente insuficientes como para comprender nada de lo que fue aquello.
Pero aquí la clave no es saber con quién estuvo o dejó de estar España en guerra. Si algo nos sobra a lo largo de nuestra historia son los conflictos bélicos. Aquí lo importante es comprender qué es lo que pasó en realidad en Marruecos.
Concretamente en Annual (unos 60 km al oeste de Melilla, pegada a la bahía de Alhucemas), y más concretamente en el Monte Arruit. Aunque el resultado fue terrible en multitud de localizaciones.
Una historia llena de vilezas y heroicidades
Lo que nos narra José Carlos es un cúmulo de sinsentidos, despropósitos y traiciones, que no podían acabar de otra forma.
Es para echarse las manos a la cabeza. Porque no son uno, ni dos, ni diez, los hechos lamentables y, con los ojos de hoy, incomprensibles. Son demasiados. El audio de 8 horas está más que justificado, porque hay mucho que contar, y JC lo cuenta TODO. Sin dejarse nada.
Falta de medios en muchos casos. Incompetencia en muchos otros. Cobardía en no pocos. Y traiciones, por otra parte no muy inesperadas (había policía de nativos rifeños dentro de las filas españolas, que por supuesto en cuanto las cosas empezaron a venir mal dadas cambiaron de bando). En el apartado de traiciones, lo del Monte Arruit es para echarse a llorar.
Un cóctel letal que supuso lo que supuso. Un desastre militar con miles de muertos, que podrían haberse evitado en muchos casos. Y que «murieron mal», torturados tras ser capturados o tirados en alguna cuneta. Todavía no hace mucho se encontró el cadáver de uno de esos soldados (también se cuenta al final del audio).
Sin embargo, entre tanto polvo, miseria y sufrimiento, hay lugar para las heroicidades. Para los actos nobles que nos recuerdan que también tenemos nuestro orgullo y que algo ha quedado tras siglos y siglos de hazañas.
Hay que quedarse con ambos: con lo malo y con lo bueno. Hay que contarlo todo. Porque la historia no estaría completa de no ser así. Sólo entendiendo lo que tuvieron que pasar aquellos hombres adquieren más sentido y mérito los actos heroicos.
Mención especial al regimiento de caballería Alcántara, con sus ocho cargas, la última de ella «al paso» por puro agotamiento de las bestias. Seguidas de una novena, ya a pie, cuesta arriba y echando los restos. Allí cargó (y murió) hasta el cura: sólo hubo un 10% de supervivientes. Atención, ya al final del podcast, al texto de Pérez Reverte, en el que se nos cuenta el discursito inicial antes de la hazaña. Tenéis el texto completo aquí, pero reproduzco el discurso a continuación:
Si no lo hacemos, vuestras madres, vuestras mujeres, vuestras novias, dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos.
Un «no hay huevos» en toda regla. Y vaya si lo demostraron. Pelos como escarpias.
Pero no fueron los únicos. Por ejemplo, la anécdota del piloto que se jugó el tipo para dejar caer los víveres y hielo a los sitiados en Monte Arruit, volando a ras de suelo (recordemos, comienzos del siglo XX, o sea, aviones poco fiables), me parece deliciosa.
En fin, es lo que tienen las situaciones dramáticas, que sacan lo peor de nosotros mismos, y en algunos (pocos) casos, también lo mejor. Esos pocos casos son héroes, no hay mejor definición para tal término.

El peligro de ignorar la historia
El desastre de Annual tuvo muchísimas consecuencias, y fue sin duda uno de los detonantes de la atmósfera terrible que parió a la Guerra Civil.
Los que vivimos los tiempos de hoy no deberíamos mirar aquellos sucesos desde la distancia, porque no ha pasado tanto tiempo, y sobre todo, porque muchas de las situaciones que se dieron entonces se repiten hoy día, como por ejemplo la ineptitud de los políticos. Algunas de las noticias que ocurrieron entonces podrían pasar perfectamente por noticias de hoy en día.
La cercanía en el tiempo, de alguna forma, hace estos eventos nos toquen más directamente. Sin ir más lejos, me acuerdo hoy de mi abuelo, que sirvió en Marruecos, aunque por suerte fue posteriormente al desastre de Annual. Yo lo supe desde pequeño, lo que no sabía era todo lo que había ocurrido allí. Así que no he podido evitar estremecerme al pensar que un familiar estuvo tan cerca de aquello.
Lo he confesado antes, yo desconocía totalmente estos hechos. Y no me avergüenzo: el desconocimiento sólo es una falta si no hay voluntad de enmendarlo, pero lógicamente no puedo saber lo que no me han contado. Para eso está, en parte, este blog. Y para eso está Memorias de un tambor.
Conclusión
El audio del desastre de Annual debería ser obligatorio en todas las escuelas. Y si me apuras, debería ser obligatorio para todo el mundo.
El único pero que puedo sacarle, por sacarle alguno, es la cantidad de veces que se justifica a sí mismo por la cantidad de horas que dura, y el número de veces que suena la copla del soldadito español, inspirada en estos hechos. Con una bastaba, pero suena cuatro o cinco veces, si no más. Muy cansino.
Por lo demás, estamos hablando de un podcast de altísima calidad. José Carlos narra desde sus entrañas, con sentimiento no disimulado, con pasión. Como hay que narrar las cosas. Y creo que con bastante objetividad. Es un audio completísimo, desde los preludios hasta las consecuencias, con un epílogo que me humedeció los ojos. Estremecedor, como dije al principio.
Así que lo dicho, si no lo has hecho aún, te recomiendo efusivamente que lo hagas. Aquí te dejo de nuevo el enlace.
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