Pues sí, por fin, algo más tarde de lo que quería, pero ya he lanzado una campaña en Verkami para financiar la publicación de mi tercera novela: ¿Quién asesinó al barón Addleworth?
Y en este artículo me gustaría aclarar el motivo de algunas de las decisiones que he tomado. Si, como yo, eres un escritor autopublicado, tal vez te sirva para decidir acerca de la publicación de tus próximos libros.
Lo primero, ¿qué es Verkami?
Por si no la conocías, Verkami es una plataforma de micromecenazgo, o crowdfunding, que también se dice. Gracias a ella, se puede centralizar la financiación de cualquier proyecto, de tal forma que con pequeñas aportaciones de cada mecenas se consigue el objetivo final.
Es una ventaja para los creadores, porque concentra en un sólo sitio toda la información del proyecto, la gestión de los mecenas, estadísticas, etc. Es muy sencillo preparar una campaña, y siempre tienes a alguien del equipo para orientarte y pulir la campaña. Obviamente se llevan su comisión, pero si la tienes en cuenta en el cálculo de los objetivos, cuando finalmente los consigues esto es lo de menos.
Y es una ventaja para los mecenas, por dos motivos fundamentales: el primero, que suele haber ofertas o recompensas especiales que no estarán disponibles después de la campaña; y el segundo, que aporta cierta garantía, ya que hay un intermediario serio y de confianza. Si el proyecto, finalmente, no se consigue, los mecenas recuperan su inversión íntegra. Y si se consigue, todo el proceso tiene bastante transparencia, y hay un contacto permanente.
Así que decidí autopublicar mi primera novela de este modo, con éxito, y ahora me lanzo a hacer lo mismo con la tercera. Aquí tenéis la portada…
¿Por qué una edición limitada?
Tras recopilar experiencias con mis dos primeros libros, hay una cosa que tengo muy clara: la mayoría de las ventas son de libros digitales.
Y lo entiendo.
Conste que soy el primero que disfruta del tacto de un buen libro. Que me gusta más leer en formato físico que en digital. Y que hay ejemplares que compro porque me gusta tenerlos, sobre todo si están firmados. Esto no ha cambiado ni cambiará nunca.
Pero yo mismo compro más en digital que en físico, por muchos motivos:
- El espacio: a mí en casa ya no me caben más libros (en realidad, no me cabe más de nada). Y me cuesta mucho desprenderme de los antiguos. Así que, cada vez más, es un problema.
- El precio: lógicamente una edición digital es más barata que una física, o debería serlo; aunque ambas comparten gastos como la corrección o la portada, es obvio que con la versión digital se ahorra tanto la impresión como los gastos de envío, por no hablar del almacenaje. Atención a los gastos de envío, en esta era de pedidos por internet estamos malacostumbrados a que nos envíen las compras «gratis», pero alguien tiene que costear ese envío, con lo que el producto se encarece sí o sí.
- Otra ventajas menores, como el hecho de tener la página en la que me he quedado grabada, la compartición del libro en distintos dispositivos, la imposibilidad de perder el ejemplar, la facilidad para llevar lectura en los viajes…
Por todo esto, creo que hay que ir cambiando el modelo de publicación. En mi caso, me voy a centrar en vender ejemplares digitales, pero claro, siempre hay que dejar una ventana para los físicos. Para todos aquellos que, por coleccionismo, porque prefieren seguir leyendo en papel, o por lo que sea, quieren disponer de un buen libro entre las manos.
Por tanto, ¿cuál es la diferencia entre la primera campaña que hice y ésta?
Cuando publiqué La rebelión del Norte lo hice mediante la editorial Círculo Rojo, que no es una editorial tradicional, sino más bien un conjunto de servicios editoriales para escritores autopublicados. Como suele pasar, cuantos más ejemplares pidas (o sea, cuanto más pagues a la editorial), más ventajas tienes. Así que mi objetivo era recaudar lo más posible para poder conseguir el mayor número de esas ventajas.
Resultado: vendí muchos libros y conseguí muchas ventajas, pero todavía tengo en casa dos cajas llenas de libros que no sé si conseguiré vender algún día.
Por eso en esta ocasión opto por una edición limitada: la verdadera recompensa para los mecenas va a ser disponer de un ejemplar físico que, después, será muy difícil de conseguir. Más que una campaña de financiación es una preventa. Aquí el objetivo no será (solamente) ayudarme a financiar gastos, que también los hay, sino sobre todo imprimir los ejemplares necesarios en función de la demanda. Si vendo 5 libros, imprimiré 10 (siempre hay que imprimir de más, que yo quiero un ejemplar para mí, y para regalar a los que han colaborado en la creación de la novela); si vendo 500 (¡ojalá!), imprimiré 505, y conseguiré ciertas ventajas añadidas.
Y es por ello que en este caso el listón está más bajo. Prefiero asegurarme de cumplir un objetivo que no es nada ambicioso, y que todo el que quiera tenga su ejemplar, sin tener en realidad un mínimo de ventas necesario para que el proyecto siga adelante. O dicho de otra forma, salvo catástrofe (que no creo que ocurra, porque en el momento en que escribo estas líneas ya llevo el 39% alcanzado en sólo un par de días), el proyecto va a salir sí o sí, porque yo pondré el dinero que falte para disponer de los ejemplares pedidos.
Y una recompensa extra
Hablo de la lámina, claro. Si en la primera campaña conté con una magnífica ilustración de Alfonso Azpiri (se te echa de menos, maestro), en este caso para la portada he contado con el arte de Juan Toledano. Aquí tenéis su Instagram por si queréis seguirle en redes.
De nuevo, entre las recompensas está el hacerse con una lámina en tamaño A3 con esta ilustración. Si la campaña va bien, ya me plantearé recompensas extra.
Espero haber aclarado los motivos de esta decisión. Si tienes dudas, ya sabes dónde estoy.