Año de nuestro señor de 722.
Toda la Península está dominada por el Califato Omeya. ¿Toda? ¡No! Una aldea de irreductibles resiste todavía y siempre al inv…
No, espera, ésa es otra historia. Realmente toda la Península está dominada por el Califato Omeya, que ya combate al otro lado de los Pirineos prosiguiendo su aparentemente imparable avance por la vieja Europa.
Sin embargo esta conquista peninsular no está del todo consolidada. Ha sido rapidísima e incuestionable, sí, pero los invasores son pocos, insuficientes para mantener el orden en muchos casos, y pequeños grupos se rebelan contra ellos aquí y allá. En la costa cantábrica, al otro lado de las montañas, un puñado de irredentos empieza a dar demasiados problemas. Su líder, un cacique llamado Pelayo.
Es inadmisible, hay que acabar con esa rebelión antes de que la chispa se convierta en una hoguera. Munuza, el valí (gobernador) de la región ha pedido refuerzos para capturar a Pelayo y aplastar a los rebeldes, y en respuesta, desde la nueva capital de Al-Ándalus, Corduba, un poderoso ejército comandado por Al-Qama marcha hacia el norte.
Los invictos musulmanes marchan hacia una nueva y segura victoria…
El avance musulmán
La batalla de Covadonga no tendría la importancia que merece si no ponemos en contexto a los dos bandos implicados. Empecemos por los musulmanes.
En el año 711 Musa ibn Nusair, valí de Ifriquiya (África), ordena a su lugarteniente Tarik ibn Ziyad que desembarque en la Península con 7000 hombres. Lo hace con la connivencia del gobernador de Septem (Ceuta), que acaba de ver su ciudad incorporada al Califato… invito al lector a informarse acerca de la leyenda de Don Julián, que no contaré en detalle porque tengo mi propia teoría. Si queréis conocerla, esperad al final del artículo.
Tarik desembarca en el terreno protegido por el monte Calpe, lo que hoy se conoce como Gibraltar en su honor (Yêbel at-Tarik: montaña de Tarik), y rápidamente toma las localidades más cercanas, estableciendo una cabeza de puente, lo que facilita que Musa envíe refuerzos.
El rey visigodo Rodrigo, que en éstas se encuentra combatiendo a los vascones, que se hallan en rebeldía, se ve forzado a abandonar la campaña y moverse al sur con su ejército para hacer frente a la nueva amenaza del sur.
Ambos ejércitos se enfrentan en la batalla de Guadalete. Aunque los visigodos son más numerosos, al parecer están divididos entre el bando rodriguista y el bando witizano, y parece que en determinado momento éstos últimos traicionan al rey abandonando el campo de batalla. Esto, unido a las avanzadas tácticas de Tarik, y a la terrible eficacia de la caballería ligera bereber, hace que el resultado sea una completa derrota visigoda. El rey Rodrigo desaparece, o muere, lo mismo da.
El bueno de Rodrigo debió venir lo que se le venía encima, a tenor de lo que cuenta la leyenda. En cualquier caso, Tarik cosecha un indiscutible éxito, y Musa aprovecha la coyuntura, desembarcando él mismo en la Península al mando de más tropas. Avanzan hacia la ciudad de Spali (la vieja Híspalis), y tras un mes de asedio la toman y la rebautizan como Ishbiliya (lo que daría pie al actual Sevilla), que será su base de operaciones.
La estrategia de Musa
El astuto Musa, que debía llevar años planeando la jugada y está viendo cómo hasta la fecha le ha salido a la perfección, divide entonces sus fuerzas. Tarik avanzará hacia el este, tomando las principales plazas béticas, mientras que él irá directo hacia el norte, con el objetivo de tomar Emérita (Mérida), la segunda ciudad en importancia del reino godo, para después ir directo hacia la capital: Toletum (Toledo).
Su intención está clara: quiere descabezar el reino antes de que tenga capacidad de reacción. El centralismo del reino de Toletum será su mayor debilidad.
Así pues, Tarik (que por cierto ya ha hecho una visita a la vieja capital, según cuenta la leyenda de la mesa de Salomón) derrota una vez más a las fuerzas visigodas que se habían reagrupado en Astigi (Écija), avanza después hacia Corduba (Córdoba), la capital de la provincia bética, y tras pasar a cuchillo a los defensores de la ciudadela, conquista casi sin oposición el resto de plazas importantes de la zona.
Mientras, Musa llega a Emérita y la sitia, pero viendo que no va a poder tomarla con rapidez deja parte de sus fuerzas allí y se dirige con el resto hacia Toletum. El viejo reino visigodo está a punto de caer.
Y mientras, ¿qué hacen los godos?
Lo cierto es que el reino de Toletum se desgaja poco a poco. Sin quitarle ni un ápice de mérito al imparable avance musulmán, las rencillas internas hacen que la coordinación en la defensa sea imposible. Ya vimos cómo las dos grandes facciones que componen la nobleza visigoda están más preocupadas por heredar la corona que por hacer frente al invasor, al que tardan en ver como una amenaza real.
Los rodriguistas se hacen fuertes en Emérita y en la parte occidental de la Península, mientras que los witizanos, a priori el bando «ganador», se reagrupan en la provincia Tarraconensis, al nordeste, y nombran como rey a Agila II.
Es por ello que Toletum cae casi sin oponer resistencia cuando Musa llega con su ejército. En apenas un año, los musulmanes han tomado la mitad de la Península y acabado con el reino visigodo.
Conquista del norte
Tarik y Musa se unieron en Toletum, desde donde lanzaron una nueva campaña para terminar de someter la Península. De nuevo Musa ordenaría dividir sus fuerzas.
A Tarik le tocó el hueso más duro: se dirigió hacia el valle del Ebro y Caesaraugusta (Zaragoza), donde los reorganizados witizanos plantarían cara a los invasores. Tarik no tendría piedad: si algo había demostrado es que sería clemente con los que pactasen una rendición, pero implacable con los que se resistiesen. Así, tras derrotar a las fuerzas de Agila II (y darle muerte), dio rienda suelta a su ira: crucificó a los hombres, asesinó a los niños, y esclavizó a las mujeres. La táctica del terror dio sus frutos, y a partir de entonces, otras ciudades se lo pensarían dos veces antes de resistirse. Y una vez sometido el valle del Ebro tras pacto de sumisión con el conde Fortún, de la familia de los Casio (y que tendrá su importancia en los siglos venideros), vuelve hacia el oeste para reunirse con su señor, sometiendo de camino la ciudad cántabra de Amaya.
Mientras, Musa toma las viejas murallas romanas de la ciudad de Legio (León) y Astúrica (Astorga), capital de la provincia Asturiensis, donde esperó a Tarik. Desde allí, juntos, avanzaron hacia el oeste hasta Lucus (Lugo). Con la toma de Lucus, las principales plazas fuertes de la Península estaban bajo control musulmán, a excepción de Emérita, que seguía sitiada, pero que terminaría cayendo.
Años siguientes y consolidación
Musa y Tarik son llamados a Damasco para rendir cuentas ante el Califa Walid, y no volverán a pisar la Península, pero eso ya es otra historia. El trabajo ya está hecho.
Los años siguientes se suceden los gobernadores musulmanes, y terminan de caer el resto de plazas, muchas mediante capitulación (la masacre de Caesaraugusta tuvo sin duda mucho que ver), y otras mediante violenta conquista.
Los últimos visigodos intentarán sobrevivir bajo el mando del que habrá de ser su último rey: Ardón. Pero una nueva campaña lanzada en el 716 hace que el Califato prosiga su avance, y para el año 720 cae Narbona, su último reducto.
En un tiempo récord, los ejércitos musulmanes han conquistado toda la Península. Han acabado sin piedad con aquéllos que han osado oponer resistencia, y han contado sus batallas por victorias. El Califato Omeya ha colocado gobernadores en todas las viejas provincias visigodas, y ya tiene la mirada puesta en la Galia. Pero una vez más, eso es otra historia.
Los norteños y Don Pelayo
Como decía antes, por muy implacable que haya sido la conquista musulmana, harán falta años de consolidación y pacificación del vasto terreno conquistado. Las revueltas son constantes en todo el territorio peninsular, desde la misma Ishbiliya hasta la costa cantábrica.
Pero los musulmanes tienen bien agarrada su presa. Sus tropas se concentran en las plazas fuertes, y desde allí someten a todos los que osan oponer resistencia.
Sin embargo, en el norte, entre la costa y la larga cordillera cantábrica, un puñado de rebeldes parece estar teniendo éxito donde otros han fracasado. La zona está bajo el gobierno de Munuza, que desde la fortaleza romana de Gegionem (Gijón) intenta a duras penas mantener el control.
Pelayo, así se llama el cacique que comanda a los rebeldes. Éstos son astures y cántabros en su mayoría, aunque también se pueden encontrar refugiados godos que han huido hacia el norte, y algunos gallegos y vascones.
Son pocos, están mal armados, no tienen refuerzos ni ayuda por parte de nadie, y saben que se enfrentan a un enemigo que los supera en todos los sentidos, que de hecho nunca ha sido derrotado. Pero no se rinden, y poco a poco, tras varias escaramuzas y pequeños enfrentamientos, llegan a poner en apuros a Munuza, que se ve forzado a pedir ayuda al gobierno de Corduba.
¿Pero quién es este Pelayo? La controversia está servida, pues las fuentes son parciales y atemporales. Hay argumentos poderosos para pensar que es hijo de un noble godo, Favila, que fue duque de la provincia Asturiensis. También los hay para asumir que es un noble astur, empezando por su propio nombre, de origen latino, y considerando que no se explica de otra forma que los siempre rebeldes pueblos cantábricos, que no tienen demasiadas simpatías con los visigodos (ya hemos visto a Rodrigo peleando a los vascones, y no hace ni medio siglo que el rey Wamba tuvo que someter a los rebeldes astures), aceptasen su liderazgo si no fuese uno de los suyos.
No entraré en detalles respecto a su historia por motivos que desvelaré al final del artículo.
El caso es que en el 722, como dijimos, Corduba responde a la llamada de auxilio de Munuza, y envía un potente ejército para acabar con Pelayo y sus guerreros. Pelayo sabe que no puede ganar, no en campo abierto, así que traslada la batalla a su terreno. Un terreno que conoce bien, y donde la manifiesta superioridad de los musulmanes, cuyo máximo exponente es la caballería ligera, no servirá de nada.
Covadonga
En la ladera del monte Auseva hay una cueva, una cueva sagrada. Lo es desde tiempos inmemoriales, pues en ella se rendía culto a la diosa celta del agua, la diosa Deva. De hecho de ella nace el río que lleva el mismo nombre.
Su etimología es otro asunto controvertido. Podría nacer del término Cova d’Onnica, que significaría «cueva de la fuente», pero la versión más aceptada es que venga de Cova Dominica, o sea, «Cueva de la Señora».
Con la llegada del cristianismo, y como suele suceder, la nueva religión adopta como suyo el culto ancestral, y convierte la cueva en lugar de culto mariano. De hecho, según la leyenda, también Pelayo rinde culto a la virgen María, y gracias a ello obtiene intercesión divina que le ayudará a conseguir la victoria en la batalla.
Sea como fuere, el hecho es que Pelayo se refugia con sus hombres en dicha cueva, donde atrae a Al-Qama y le planta batalla.
Pero una vez más no entraré en detalle. Baste decir el resultado final: Pelayo y los suyos derrotan a los musulmanes, en lo que es su primera (y trascendental) derrota en la Península.
Repercusión: el inicio del reino de Asturias
Pelayo, o mejor dicho Don Pelayo, pues así es como se le conocerá a partir de su brillante victoria en Covadonga, conseguirá consolidar el terreno y establecer un territorio fuera del gobierno musulmán. Con Munuza derrotado, nacerá el reino de Asturias.
Este reino se expandirá poco a poco, primero hacia el este y hacia el oeste, a lo largo de casi toda la costa cantábrica, y siempre al abrigo de las montañas. Y con el tiempo, llegará a convertirse en el principal enemigo de Al-Ándalus.
Asturias será el primer reino cristiano de la Península (post-Al-Ándalus, se entiende), y cuando crezca lo suficiente será el germen de los reinos de Portugal, León y Castilla, que junto a Navarra y Aragón serán los cinco reinos cristianos que se opondrán a los distintos poderes musulmanes. Pero eso sí que es otra historia.
Lo importante es que la batalla de Covadonga fue la primera derrota notable musulmana y marcó un punto de inflexión indiscutible. Y gracias a ello Don Pelayo se ganó su hueco en la Historia.
Referencias acerca de Don Pelayo
A lo largo de este artículo he evitado a propósito entrar en detalles en multitud de aspectos, especialmente en lo referente a la batalla en sí. El motivo es que necesitaría muchísimas páginas para comentarlos como se merecen. Necesitaría, de hecho, un libro entero… ¿Qué tal una novela?
Os presento, pues, mi primera novela, La Rebelión del Norte, en la que se narran las aventuras de Alverad, un joven guerrero que acompañará a Don Pelayo en sus diversas vicisitudes. A través de sus páginas he intentado reproducir lo más fielmente posible la historia de Don Pelayo, tomándome inevitables licencias literarias por el bien de la trama, y explicando al final del libro todas las decisiones tomadas. Os aseguro que lo he hecho lo mejor que he sabido, y que me he documentado todo lo que he podido para obtener el mejor resultado posible.
¿Queréis leerla? ¡Y yo quiero que la leáis! Visitad la página Mis libros para más información.
Por otra parte, si queréis saber más de Don Pelayo y la batalla de Covadonga, sin duda os recomiendo el libro que he tomado como referencia: Don Pelayo, el rey de las montañas, un ensayo del maestro Gracia Noriega (tristemente fallecido hace poco). Ameno y bien documentado. Os dejo aquí el enlace de Amazon.
Último comentario
No quiero despedirme sin antes aclarar algo: acerca de Don Pelayo, Covadonga, y en general todo lo sucedido en el siglo VIII en la Península hay mucha niebla histórica. Los testimonios y las fuentes son atemporales y parciales. Lo poco que se sabe no es seguro. Además, por algún motivo la gente se llega a tomar como algo personal cualquier afirmación histórica, afirmando en ocasiones con demasiada vehemencia hechos que en ningún caso están demostrados.
He intentado huir de nacionalismos, intereses partidistas, e interpretaciones fantásticas, tanto al escribir la novela como al redactar este artículo (observaréis que no he mencionado la palabra Reconquista, no es casual). Así que por favor, si alguien tiene algo que aportar, que lo haga de forma constructiva y desde el buen rollo. Hasta ahora no he tenido que eliminar ningún comentario en esta web, pero me reservo el derecho de hacerlo si se empieza con los insultos, las discusiones y las malas formas. Los comentarios serán siempre bienvenidos, los haters no.
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