– Puede que incluso ahora, algo esté sucediendo ahí afuera que requiera tu investigación -dijo el doctor Ito, haciéndose eco de los pensamientos de Sano.
– Sí -Sano caminó por el borde de la muralla. Se sintió como si se inclinase hacia el filo de un futuro incierto. Tal vez un adversario incluso más formidable que la dama o el caballero Niu le estuviese esperando.
– No te envidio, Sano-san. Te enfrentas a un difícil reto.
Sano Ichiro, un luchador
He escogido a propósito ese pasaje del libro Shinju (primero de la saga), porque quiero remarcar lo que más me ha marcado de esta saga, y es lo mal que lo pasa su protagonista.
Sano Ichiro es un detective al servicio del poderoso shogún Tokugawa Tsunayoshi, el quinto de la dinastía. Si no sabes de lo que hablo, te recomiendo que te leas este artículo acerca de la batalla que puso fin al periodo Sengoku y dio origen al periodo Edo, en el que los Tokugawa gobernaron Japón.
He dicho «detective» porque su rango cambia a lo largo de las novelas, aunque los fans me permitirán que diga que es el sosakan-sama del shogún, algo así como el jefe de la policía.
Y hablando mal y pronto: las pasa putísimas. Sano Ichiro es un tipo al que vacilan cada dos por tres, al que le dan una paliza cada tres por cuatro, que por más que intenta hacer las cosas bien, le sale todo mal.
Es que es increíble: si avisa a alguien de que tenga cuidado porque hay un asesino que le va a matar, lo que consigue es distraerle y ponerle más fácil el trabajo al asesino; si decide contarle un secreto a la metsuke (polícia secreta del shogún), lo que consigue es ser tomado por un impostor con mucha imaginación. Y cuando parece que no le puede ir peor, de repente se encuentra infinitamente más jodido.
Encima se pasa media novela rallándose sobre el deber, la responsabilidad del poder, el debate entre hacer lo correcto o lo necesario, la búsqueda de la verdad y la justicia, etc.
Pero sale adelante con coraje, si algo sale mal el tío pelea lo indecible para enmendar cualquier error.
Además no está solo: le acompañan amigos y aliados que, sin robarle protagonismo, aportan lo suyo a la historia. Con una mención especial para Reiko, su esposa, que le ayuda en sus casos.
Reiko es la hija de un magistrado que fue criada como el hijo varón que nunca tuvo. Es inteligente e independiente… demasiado para los cánones del Japón del s. XVII. Y demasiado para el pobre Sano Ichiro, que la respeta pero se ve lidiando con una situación socialmente atípica que, al principio, es sobre todo un problema para él (uno más).
Sin embargo, esta relación de Sano y Reiko es uno de los pilares de la saga. Perfectamente podemos considerar a Reiko como co-protagonista, teniendo muchísimo peso en la mayoría de los libros.
Otro de los indudables pilares es la recreación del Japón feudal. Las complejas estructuras de poder y sociales. La moral de la época (y el lugar). Sin perder de vista la descripción de los lugares, como Edo, las fiestas populares, vestimenta, armamento… Lo que se llama la construcción de mundos en el argot literario, vamos. Tal vez éste sea el principal atractivo para cualquier amante de la cultura japonesa, más allá del argumento de los libros.
En definitiva, novelas trepidantes con buenos personajes, situaciones interesantes y un héroe que atraviesa su particular via crucis mientras se enfrenta a cada caso. La lectura no se hace pesada y se leen rápido. Muy recomendables.
Laura Joh Rowland
L. J. Rowland es la autora de esta saga. Estadounidense, hija de inmigrantes chinos y koreanos.
La de Sano Ichiro no es su única saga, también escribe una con Charlotte Brontë como protagonista, que para el que no lo sepa fue una escritora real, autora de la novela Jane Eyre, y hermana de Emily Brontë, autora de Cumbres Borrascosas. Siendo un personaje real cuya vida inspiró a Laura profundamente, ésta la hizo protagonista de sus propias novelas de suspense, de las que ya lleva cuatro. Aún no he leído ninguna, así que no puedo valorarlas.
Aunque su nombre no suena demasiado, al menos en círculos hispanohablantes, yo no dudo en recomendar su obra, sobre todo a amantes de la novela histórica. Bueno…
¿Novela histórica?
Sin duda la saga de Sano Ichiro se puede calificar dentro de la categoría de novela histórica. Pero también, y puede que mucho más, en el de la novela negra.
Digo esto porque la novela negra puede ser un poco farragosa para determinados lectores. No lo perdamos de vista: el escenario es el Japón del siglo XVII, pero el objetivo de las novelas no es contar determinados sucesos históricos, sino más bien establecer casos que el protagonista tendrá que resolver; el contexto es interesante, pero secundario.
De hecho, aunque es una saga continuista, cada libro puede leerse por separado y entenderse perfectamente. Siempre será mejor leerlos en orden, pues así se comprenderán mejor determinadas circunstancias, en particular en lo relativo a la relación entre Sano Ichiro y Reiko. Pero en cada entrega lo importante es el caso en cuestión.
Así los he leído yo, ya que (al menos hasta donde yo sé) no están todos traducidos al castellano. Ni siquiera fueron traducidos en orden ni por la misma editorial. Para el lector que quiera conocer todos los volúmenes que contiene la saga, aquí os dejo el enlace al sitio web oficial de L.J Rowland, y aquí el que contiene todos los títulos de la saga (en orden del último al primero).
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