En este artículo hablábamos de las primeras incursiones vikingas en la Península. Como el tema me apasiona (y me consta que no soy el único), hoy he pedido la colaboración de una experta en la materia para saber algo más de este pueblo fascinante.
Elena Álvarez es la autora de la novela Cuando la luna brille y lleva el blog Esquinas Dobladas. Como ella misma dice, es «una friki de la documentación», lo que ha hecho que sepa muchísimo acerca de los vikingos, hasta el punto de que en la actualidad imparte conferencias sobre ellos.
Así que, ¿quién mejor que Elena para contarnos algunas curiosidades vikingas?
Sin más, le cedo la palabra. ¡Muchísimas gracias, Elena, por pasarte por mi web!
¿Quiénes eran los vikingos?
Lo que normalmente se considera la Era Vikinga es el período comprendido entre los años 750 y 1100, por aproximación a dos eventos que, curiosamente, no tuvieron lugar en Escandinavia, territorio de origen del pueblo vikingo, sino en Inglaterra: por una parte, el saqueo al monasterio de Lindisfarne, en 793, y por otra, a la batalla de Stamford Bridge, en 1066.
Durante este período, los vikingos expandieron su cultura por todos los territorios que exploraron y conquistaron, desde las ya mencionadas Islas Británicas hasta Groenlandia y América, el Imperio Bizantino e, incluso, la Península Ibérica. Una cultura que, originariamente, se asentaba en la agricultura y el comercio, pero que poco a poco fue evolucionando hasta convertirse en piratas que se embarcaban en expediciones de conquista en busca de gloria y riquezas.
Elementos clave de la cultura vikinga
Los barcos
¿Qué habría sido de los vikingos sin sus barcos? Los vikingos eran excelentes marineros, capaces de orientarse utilizando sus sentidos y experiencia en lugar de mapas: los barcos eran un punto tan importante en su cultura que, incluso, cuando moría un vikingo importante era común que su ceremonia funeraria se celebrara en un barco.
Tenían diversos tipos de barcos, que utilizaban para diferentes funciones, pero los más conocidos son, sin duda, los drakkar o barcos-dragón: eran los barcos de guerra, diseñados para ser veloces y ligeros. Servían tanto para atacar al enemigo por sorpresa como para, si era necesario, remontar algún río poco profundo o ser transportados por tierra. Eran barcos de vela (una sola, cuadrada generalmente, reforzada con tiras de tela para hacerla más resistente frente a los temporales), aunque también tenían remos.
El espíritu guerrero
Los vikingos eran, ante todo, exploradores. No se conformaron con quedarse cultivando sus granjas en Escandinavia: atemorizaron a toda Europa con sus ataques, impusieron sus leyes y reyes vikingos llegaron a gobernar Inglaterra, Normandía (Francia),parte de Irlanda, zonas de Rusia, Kiev y Constantinopla. Pero su modus operandi no se limitaba a los saqueos y los ataques por sorpresa: también contaban con espías, como los que propiciaron en 859 la captura del rey de Navarra García Íñiguez, que solo fue liberado tras el pago de un rescate de 70000 monedas de oro.
La religión
Quizás la mitología nórdica sea uno de los aspectos más conocidos de los vikingos. Para ellos, los tres niveles del universo (el Asgard, donde vivían los dioses; el Midgard, el mundo de los humanos, y el Niflheim, el reino de los muertos) estaban comunicados mediante un gigantesco fresno llamado Yggdrasil.
Podemos dividir a los dioses vikingos en dos tipos: por un lado, tenemos a los dioses guerreros y valerosos, como Odín y su hijo Thor, mientras que por otro están las divinidades de la fertilidad, como Frey y su hermana Freya, veneradas por los campesinos. Los dioses se mantenían siempre jóvenes gracias a las manzanas doradas que cultivaba la diosa Idunn, y celebraban grandes banquetes y festines en el Walhalla, a los que eran invitados los guerreros que morían en el campo de batalla y eran escoltados hasta allí por las valkirias.
Curiosidades vikingas
La luna de miel
Precisamente en estos banquetes (y en los que celebraban los vikingos de a pie) una de las bebidas que más se servía, aparte de la cerveza, era la hidromiel. Esta bebida alcohólica, preparada con miel, agua y levadura, estaba especialmente recomendada para las parejas de recién casados, a los que se aconsejaba que la bebieran durante un mes (una luna) después de la boda para aumentar la fertilidad: de ahí viene la tradición que hoy en día todos conocemos como luna de miel.
Los cascos con cuernos
Pese a lo que todo el mundo suele pensar, los cascos de los vikingos no tenían cuernos: sí que es cierto que los utilizaban a modo de vaso, pero no hay evidencia alguna de que los adhirieran a sus yelmos. ¿Por qué, entonces, se han convertido los cascos con cuernos en el símbolo por antonomasia de los vikingos? Pues la culpa no la tiene Hollywood (por una vez), sino un ilustrador del Romanticismo llamado August Malström, que decidió añadirles los cuernos a su trabajo sobre un poema épico islandés del siglo XIV para reforzar la imagen aterradora de los vikingos al identificarlos con el mismísimo diablo.
Los vikingos de Cuando la luna brille
En el año 850, los vikingos atacaron la isla de Sheppey, en el Támesis, y decidieron establecerse en Inglaterra a pasar el invierno: anteriormente, los saqueos y expediciones en busca de tesoros habían tenido lugar solamente durante los meses cálidos, en los que la navegación era menos peligrosa. Por tanto, hasta ese momento los vikingos regresaban a sus granjas a pasar el invierno y solamente volvían a embarcarse una vez que habían pasado las nieves y las heladas. En cierto modo, estos asentamientos permanentes en Inglaterra son el germen de la conquista de territorios que tendrá lugar más adelante, y es por esto que elegí este punto concreto de la historia para la ambientación de mi novela Cuando la luna brille. En ella, los dos protagonistas, Ellisif y Grim, se ven obligados a casarse con otras personas (la grandísima mayoría de los matrimonios vikingos eran por conveniencia) pese a estar enamorados y el conflicto principal está directamente propiciado porque los guerreros de la granja tengan que quedarse en invierno en las tierras lejanas de Inglaterra en lugar de regresar a casa como habían estado haciendo hasta ese momento.
De modo que puede decirse que Cuando la luna brille es una historia de amor imposible, pero también se trata de un cuento de los tiempos antiguos que cuenta una anciana frente a una hoguera, cuando ya los vikingos han desaparecido: quise hacerlo así precisamente porque escribí esta novela para humanizar a los vikingos, y no se me ocurrió mejor manera para ello que envolverlos en ese mismo halo de leyenda que está tan presente cuando hablamos de vikingos. Sabemos muy poco sobre ellos, y lo poco que sabemos lo hemos descubierto a partir de restos funerarios que hemos interpretado quizás erróneamente y de los relatos que otros pueblos dejaron sobre ellos, distorsionados muy probablemente por su propia percepción de los vikingos como bárbaros conquistadores alejados de los humanos.
Por eso, porque no sabemos prácticamente nada sobre quiénes fueron los vikingos de verdad, decidí escribir una historia sobre lo que yo creo que había detrás de esos guerreros: sobre sus familias, sobre sus deseos y sus ambiciones y sobre lo que dejaban atrás cada vez que se montaban en sus drakkar. También aparece alguna que otra batalla, claro, pero preferí centrarme en todo lo demás: cómo y de qué se alimentaban o cómo cuidaban a los enfermos. Así que, si quieres saber más sobre vikingos, ¡corre a leerla!
Pues una vez más, muchísimas gracias por pasarte a contarnos estas curiosidades vikingas.
Y ya sabéis, si queréis saber más, no sé a qué estáis esperando para ir a leer Cuando la luna brille.
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